Politólogo alemán experto en Latinoamérica contrastó el rol de la OEA y UNASUR

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El representante del German Institute of Global and Area Studies (GIGA), Detlef Nolte fue invitado por el Instituto de Ciencia Política UC para exponer uno de sus papers más recientes “Costos y beneficios de la transposición de organizaciones regionales en Latinoamérica”, donde se refirió a sus dos instancias más representativas.

El politólogo alemán Detlef Nolte, conocido internacionalmente por sus investigaciones ligadas a Latinoamérica visitó Chile invitado por el Instituto de Ciencia Política UC, donde participó de un seminario en el que expuso uno de sus últimos trabajos. Nolte presentó un paper donde se refirió a las consecuencias de la existencia paralela de organizaciones regionales, como el caso de OEA y UNASUR.

El académico se refirió a las diversas visiones existentes en torno al tema. Mientras algunos plantean que puede generar “división entre los estados”, otros señalan que esto puede “profundizar la cooperación internacional”, plantea en su investigación.

Nolte planteó nueve casos que representan conflictos vividos en la región, donde la OEA y UNASUR tuvieron ocasión de manifestarse e intervenir, a veces rechazadas y otras aceptadas por los actores involucrados.

El docente recalca que ambas instancias son “autónomas e independientes entre sí” y que las motivaciones de los países para querer formar parte de una u la otra, se relacionan por ejemplo, con evitar las externalidades negativas de no ser miembros de estas organizaciones.

Si bien, recalca Nolte, “cada una tiene distintas misiones y representa distintos intereses”, pueden estar abocadas a objetivos afines de acuerdo a los conflictos o casos que se presenten.

Lo anterior puede conllevar el riesgo de la redundancia, lo que implica consecuencias dispares en lo teórico, tales como la pérdida de “recursos humanos y administrativos”. Por otro lado, explica el investigador, algunos autores plantean que la pluralidad de instancias es vista positivamente porque involucra “competencia y libertad de elegir”.

Sin embargo, Nolte expuso casos empíricos donde contrasta hipótesis relativas a las consecuencias de esta redundancia.

Nolte describe que mientras la OEA es la organización regional más antigua (1948), UNASUR es una instancia mucho más joven (2004) y ha mediado en conflictos militarizados de Sudamérica desde 2008.

Uno de los casos que señala Nolte es el conflicto entre el Gobierno central de Bolivia y algunos departamentos administrativos específicos, lo que en 2008 puso en riesgo la “integridad territorial del país”. Particularmente en este conflicto, manifiesta Nolte, la coexistencia de OEA y UNASUR fue positiva en cuanto a la resolución de la problemática, pues ambas ayudaron a acercar posiciones a través de negociaciones cortas.

El politólogo concluye que las consecuencias de este “traslape institucional” son variadas y responden a múltiples factores, al tiempo que afirma que “la proliferación de organizaciones regionales incrementan el pluralismo”, lo que se condice con la variedad de respuestas en torno a cómo interactúan ambas instancias en diversos conflictos de la región.

 

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