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Profesor Juan Pablo Luna analiza las raíces de la crisis política: la abstención frente al establishment

Luna Alta

Tras las recientes elecciones municipales, el académico del Instituto de Ciencia Política UC, Juan Pablo Luna, postula que la elite política no entiende las necesidades y requerimientos de la sociedad civil. El investigador asegura que estamos frente a un profundo cuestionamiento del establishment y que sin embargo, fenómenos como la abstención sólo contribuyen a mantener el sistema que se critica.

 El académico del Instituto de Ciencia Política UC, Juan Pablo Luna publicó recientemente una columna en CIPER, donde realizó un análisis que se adelantó a la situación esperada para las elecciones municipales: una masiva abstención frente a la incomprensión de la elite política respecto de los deseos de la sociedad civil.   

En la publicación, el académico se refiere a la sorpresa de los candidatos frente al rechazo de los ciudadanos a la hora de recibir sus folletos en la vía pública "o la negativa sistemática que encuentran al solicitar a las familias abrir la puerta de sus casas para escuchar sus propuestas". Al mismo tiempo, señala que los seguidores de las noticias políticas también se sorprenden "por la falta de sintonía con la realidad" de los actores políticos.

Frente a este panorama, Luna recomienda considerar un párrafo del estudio “Modernization and Bureaucratic Authoritarianism: Studies in South American Politics” (1973) donde el politólogo Guillermo O’Donnell analiza cómo los tecnócratas enfrentan los problemas del país. Apunta que "los tecnócratas se parecen entre ellos. Su formación  los lleva a enfocar los problemas desde una aproximación 'técnica', según la cual “los problemas emocionales son un sinsentido: las ambigüedades de la negociación y la política son los obstáculos a las soluciones ‘racionales’”; y agrega que priorizan la mera eficiencia, una visión simplista.

 

Pérdida de la empatía 

Luna manifiesta que "entre los 90 y 2000 la política perdió capacidad de representar y movilizar a la sociedad, perdiendo también su empatía tradicional con actores colectivos clave y vuelve a citar a O’Donnell para enfatizar en que los tecnócratas carecen de vínculos con la sociedad. El investigador, quien además es director del Núcleo Milenio para el Estudio de la Estatalidad y la Democracia en América Latina, plantea que en sus investigaciones ha analizado cómo "los políticos chilenos han debilitado sus vínculos con la sociedad civil" y han sintonizado más con "los intereses empresariales, la tecnocracia y otros políticos". 

Luna enumera algunas teorías tentadoras para explicar la crisis, tales como el exceso de expectativas  frente al desarrollo del país y los escándalos de corrupción, dos factores que califica como relevantes, pero remarca otras dos características. "Por un lado es, en esencia, una crisis política (y no de expectativas económicas); y por otro, sus causas no son nuevas, tiene raíces de larga duración y solo en los últimos años esta crisis mutó hasta parecerse a 'la trampa del ingreso medio'".

La desmovilización de la sociedad ocurrida en las décadas mencionadas, continúa Luna, convivió con las reformas “en la medida de lo posible”. Por otro lado, señala que los partidos se desarraigaron de la sociedad chilena. "En dicho contexto, a medida que los índices de abstención y no inscripción electoral subían, se sostenía que 'los jóvenes no estaban ni ahí'. No pocos explicaban dicho escenario como la consecuencia lógica y bienvenida de una política en que ya no se jugaba mucho (...)".

Esta pérdida de empatía para Luna ha generado la incomprensión y la falta de control respecto de lo que ocurre en la sociedad y el desarraigo que ha protagonizado la clase política -"y especialmente la centro-izquierda"-, asegura, ha generado una pérdida de "presencia organizacional en las bases, lo cual se evidencia con claridad en el desalineamiento progresivo de federaciones estudiantiles y otros movimientos relevantes, como el ya debilitado sindicalismo o las organizaciones mapuche".

Factores como la alienación política, el personalismo, la extrema descentralización, entre otros, convirtieron según el docente, "al electorado en un mero cliente ocasional y de barrio". Luna también menciona los escándalos desatados entre 2014 y 2015 respecto del financiamiento de la política como mecanismo perpetuador de "la influencia de las élites empresariales y su capacidad de mantener prácticas socialmente reconocidas, desde nuestro prisma contemporáneo, como de 'abuso' y 'lucro'".

El académico prosigue su análisis y menciona entre otros puntos, la razón del éxito del movimiento estudiantil: específicamente "un fuerte sentimiento “anti-establishment”.

Luna también recalca cómo el ritualismo está presente en la acción de los ciudadanos y afirma que "los chilenos descreen del Congreso y los partidos, pero hasta ahora han elegido y reelegido a un elenco político relativamente estable". Pese al descontento social, manifiesta, "la sociedad civil está demasiado atomizada como para poder articular alternativas viables al sistema. El descontento carece de articulación política".

Uno de los subtítulos de la columna, se refiere a la anomia, situación que aclara, se genera "cuando las normas que rigen la acción social se rompen y los actores se quedan sin marcos de referencia, sin libreto". En esta instancia, Luna explica que las élites políticas han buscado soluciones "a una crisis que no es técnica, sino política".

Finalmente, el académico asevera que Chile representa "el riesgo que corren las democracias desarraigadas" y adelanta el tema de su próxima columna: "la obsesión por el riesgo populista nubla la capacidad de analizar otros mecanismos –tal vez más probables en Chile– a través de los cuales puede producirse –y ya se está produciendo, en mi opinión– un desborde institucional del sistema".

"Sin mediación político-institucional corremos dos riesgos paralelos", concluye. Por ejemplo, menciona, es factible que prime el interés personal, "dejando que otros protesten mientras aseguramos nuestra posición". El status quo o el colapso del sistema son dos opciones que caben en este contexto. En esta línea, señala Luna, el populismo puede derivar en un desborde institucional, aún cuando existen otros caminos que llevan al mismo resultados.



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